Hoy, como hace precisamente seis años, en Oaxaca muchos de nosotros, los que día a día luchamos por llevar algo de comida pa’ la casa, quizá algo curiosos pero más impacientes, atentos esperábamos ver la llegada del nuevo gobernante, que como un cantante de moda prometía muchos éxitos y que desde el primer momento queríamos verlo reflejado en nuestra vida cotidiana.
Por fin, se decía, estaríamos despidiendo aquellos tiempos de crisis en los que la inseguridad, el desorden y sobre todo la falta de oportunidades para los que menos tenemos, eran nuestro pan de cada día. Le decíamos adiós al “tirano gobernante” que tan mal se portó con nuestros profes y que siempre representó a los enojones de ese partido de tres colores.
Pero vaya decepción que fue creciendo a medida que pasaban los días, los meses, LOS AÑOS, pos’ en nada vivimos el cambio prometido por el güerito guapetón, en quien depositamos eso que dicen muere al último: la esperanza.
Creo que al final de todo este calvario de decepciones, terminamos “pior” que cuando empezamos. Ahora lo que nos resta es nuevamente rescatar esa poca de esperanza para depositarla en el Señor Murat; aunque, ahora que me acuerdo, ¿qué no ya habíamos tenido a uno que gobernó con ese apellido? ¡Aaaaah, no! Ese era el papá del que llega hoy… o sea ¿que regresa ese partido que estaba antes? Entonces ya no sé si esto se va a componer o se va a poner más feo.
¡Ay mamá chulita, siento que me voy a desmayar!