México, tierra de libros; ¿pero lo es de lectores?, dice León-Portilla

León Portilla. Foto: La Jornada

“Ojalá que cada compatriota sea un lector, porque eso es beneficiarse de lo que la humanidad a través de milenios le dejó”

Guadalajara, Jal.- Tierra de libros desde el siglo III de nuestra era, el México actual sin embargo, no es territorio de lectores, lamentó el historiador y filósofo Miguel León-Portilla durante el homenaje que por sus 90 años de vida se le rindió en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Ojalá que cada mexicano sea un lector, porque eso es beneficiarse de lo que la humanidad a través de milenios le dejó, expresó en un auditorio repleto.

Con palabras humildes, de quien es considerado un referente internacional de las lenguas indígenas, León-Portilla enunció que entre las varias y profundas formas de vinculación con Jalisco, a propósito de su presencia en Guadalajara, una de las más profundas es la tradición libresca de Mesoamérica en general y de México en particular desde la época prehispánica.

Tradición que contrastó con la labor desarrollada por esa feria para la divulgación de la cultura y las ideas mediante la palabra impresa.

Pioneros de una tradición

Miguel León-Portilla señaló que entre los años 300 o 350 de nuestra era los mayas escribieron varios libros de pintura y caracteres que más de un milenio después los frailes españoles llamaron códices, libros que en realidad son de escritura y que iniciaron esa tradición en una América entonces aislada del resto del mundo.

Hoy sabemos a ciencia cierta que la escritura maya es una de las pocas completas que a lo largo de milenios la humanidad ha desarrollado. Algunos sabios mayas pintaron varios libros, muchos; uno de ellos en un lugar cercano a Palenque, que se conoce como El Mirador, apareció dentro de un templo en un entierro, maltratadísimo, convertido en un mazacote, pero se pudo ver que contiene signos numerales, añadió.

Ese códice, sostuvo, es uno de los más antiguos y está en el Museo Nacional de Antropología, no en exhibición, sino a la espera que se logre una técnica que permita abrir sus páginas sin maltratar el contenido.

Acompañado del presidente de la FIL, Raúl Padilla López; el rector de la Universidad de Guadalajara, Tonatiuh Bravo Padilla; la actriz Ofelia Medina, y su discípulo y colaborador José María Muriá, el homenajeado, con voz clara y profunda, afirmó que la literatura enriquece al hombre y que no existe duda que México es tierra de libros.

Fue entonces que se preguntó y planteó a cientos de personas presentes: ¿pero somos también un país de lectores?

Muriá, académico de 70 años de edad, quien ha encabezado el Colegio de Jalisco y desde hace muchos años colabora con León-Portilla, destacó que el maestro “pertenece a la casta de los académicos que se resisten a vivir en su torre de marfil, encerrados o entre las paredes de su alma mater”.

Dijo que el libro de León-Portilla Visión de los vencidos fue clave para forjar la nueva idea que hoy se tiene de las culturas indígenas americanas y del modo del ser y hacer resultante del cruce de culturas europeas y originarias.

Se ha convertido en un verdadero símbolo de la reivindicación ponderada y respetuosa de un mundo como el americano antiguo, con frecuencia ignorado y hasta motivo de menosprecio, añadió Muriá.

Recordó que ese libro, que ha tenido traducciones hasta en chino, fue presentado también en la FIL en su versión en náhuatl, lengua que tanto Muriá como el propio León-Portilla utilizaron en algunos párrafos de sus discursos.

Muriá, quien se encargó de ofrecer la semblanza de su maestro, recordó que el homenajeado tiene 28 doctorados honoris causa, es investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México desde 1988, recibió la medalla Belisario Domínguez en 1995 y ha sido distinguido por 28 centros académicos en el mundo.

Una de las anécdotas compartidas por Muriá fue cuando en 1985, a raíz del terremoto en la Ciudad de México, el entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado llamó a diferentes especialistas para consultar su opinión con la finalidad de paliar la tragedia y León-Portilla estuvo en el grupo.

Dijo ese día en náhuatl ante el presidente y los invitados: Mientras permanezca el mundo, no habrá de perecer la fama ni la gloria de México Tenochtitlán, lo que desató un largo y unánime aplauso. Yo hoy digo, mientras permanezca el mundo no habrá de perecer la fama ni la gloria de Miguel León-Portilla.

En el acto también se difundió un video animado sobre la muerte de las lenguas, en el cual se alerta que cuando muere una lengua, la humanidad se empobrece.

Al final del homenaje se hizo una despedida con la canción del maíz en náhuatl, mientras la actriz Ofelia Medina la traducía.

 

La Jornada