“Hasta ahora solo hemos visto el corto, pero a partir del 20 de enero va a correr la película”, afirma el gobernador del Banco de México
Ciudad de México.- La mala hora ha llegado. El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, fue el primero en advertirlo hace meses y hoy, ante un nutrido grupo de ejecutivos en Guadalajara, volvió a hacerlo: Donald Trump es un peligro de tal magnitud que puede llegar a ser una “película de terror para México”. “Ahorita hemos visto los cortos, pero a partir del 20 de enero va a correr la película”, afirmó Carstens.
Su aviso no es más que la expresión del temor profundo que muchos sienten en México ante el próximo presidente de Estados Unidos. Los insultos del republicano, sus amenazas de construir un muro y guillotinar las remesas, su empeño en acabar con el Tratado de Libre Comercio y castigar fiscalmente a las empresas estadounidenses que tercericen al sur del Río Bravo han debilitado la confianza en sus propias fuerzas. Las empresas sienten el vértigo de la incertidumbre, y el capital, azuzado por las subidas de interés de la Reserva Federal, ha empezado a buscar otras tierras más propicias. No hay experto que no pronostique una caída del PIB (situado por el banco central en torno al 2%) o incluso la llegada de la recesión. En un año el Banco de México ha subido seis veces los tipos de interés (del 3% al 5,75%) y la moneda se ha depreciado un 20% ante el dólar.
La presión ha alcanzado tal magnitud que el propio presidente de la República, Enrique Peña Nieto, ha tenido que salir a la palestra y ha llamado a la unidad de los mexicanos ante la adversidad. “Nuestra historia nos recuerda que cuando no hemos estado unidos, el país ha sufrido desastres que dejan cicatrices dolorosas”, dijo el presidente mexicano.
Pero nada ha frenado el miedo. En parte porque los peores vaticinios se han vuelto realidad. El monstruo que hace un año emergió como una criatura más propia de los reality shows que de la gran arena política estadounidense, ha ido tumbando oponentes y creciendo hasta alcanzar la gloria electoral y representar ya la mayor amenaza económica a la que ha tenido que enfrentarse México en décadas.
Carstens es consciente de ello. Y ya libre de ataduras después de su anuncio de retirada el próximo 1 de julio, ha decidido decir en voz alta lo que muchos dentro y fuera del Gobierno callan. Sus palabras además vienen avaladas por su propia ortoxia. Previsible y calmado, es considerado uno de los gobernadores de más prestigio del hemisferio. Una cualidad que le ha permitido tranquilizar a los mercados y que ahora le sirve para alertar de la gran tormenta que se avecina.
El año próximo, agostadas las fuentes de financiación externa, México va a tener que hacer frente a sus propias debilidades. Con una producción del petróleo renqueante, una deuda que ya supera el 50% del PIB, la inflación al alza y el Gobierno embarcado en una escalada de recortes, la capacidad de maniobra ante el huracán republicano será escasa. Y aunque finalmente no se llegue a consumar la ruptura de tratado de libre comercio, muchos analistas consideran que una renegociación golpearía duramente a un país que dirige el 80% de sus exportaciones a Estados Unidos. En este sentido, el sombrío futuro de la relación bilateral ya está mostrando sus efectos erosivos. Prueba de ello la ha dado hoy mismo el Citibanamex, la filial mexicana de Citibank, que ha recortado su previsión de inversión extranjera directa en México de 35.800 millones de dólares a 25.000 millones. Un hachazo del 30% que refleja el sombrío horizonte que se cierne sobre la segunda economía de Latinoamérica.
El País