Su chelo cumplirá 300 años

Carlos Prieto ha tocado con agrupaciones como la Philharmonic Orchestra de Londres, la Sinfónica de Berlín, la Orquesta de Cámara de Europa y la Nacional de España. Foto: Excélsior

El próximo domingo, el prestigiado músico mexicano —que ha estrenado 107 obras durante su trayectoria— llegará a su aniversario 80 de vida y se dispone a celebrarlo con un nuevo libro de corte autobiográfico y algunos conciertos en 2017

Ciudad de México.- El violonchelista Carlos Prieto Jacqué (Ciudad de México, 1937) prepara la publicación de un nuevo libro, llevará por título Recorridos musicales alrededor del mundo y será una especie de autobiografía musical que publicará el Fondo de Cultura Económica (FCE) para celebrar el cumpleaños 80 del músico, escritor y académico, que cumplirá el próximo 1 de enero.

Además, adelanta en entrevista con Excélsior los dos primeros conciertos que hará en 2017: el 24 y 26 de febrero en la Sala principal del Palacio de Bellas Artes, donde hará el estreno mundial de la obra Renacimiento para chelo y orquesta, de Samuel Zyman por los 75 años del Seminario Mexicano de Cultura.

Definido por el músico Yo-Yo Ma como un “artista creador, un sabio y un escritor que ha contribuido de manera notable al enriquecimiento de la música en Occidente”, Carlos Prieto es el más prominente violonchelista mexicano, no sólo porque ha estrenado más de 100 obras y ha grabado otras 90, sino por sus ocho libros y premios como el Nacional de Ciencias y Artes de México, la Medalla Bellas Artes y la Medalla Pushkin, entre otros.

Es una tarde de viernes y Carlos Prieto abre las puertas de su estudio en San Ángel, rodeado de fotografías con Carlos Fuentes, Octavio Paz, Álvaro Mutis, Mstislav Rostropovich, de sus hijos Carlos Miguel, Isabel y Mauricio, y una biblioteca con cientos de libros y partituras.

Carlos Prieto nunca lo acepta, pero no le agrada hablar de sí mismo. Por eso cuando se le pregunta lo que significa para él llegar a 80 años es muy escueto: “¡Ya 80!, pero el que realmente cumplirá una cantidad apreciable de años es mi violonchelo —Chelo Prieto— que cumplirá 300 años… Me siento afortunado de llegar a esa edad con salud y vigor, con un calendario activo de presentaciones, tanto de conciertos como libros. Soy afortunado”.

Luego habla de sus primeros recitales en 2017, para celebrar los 75 años del Seminario de Cultura Mexicana. “Serán dos conciertos para chelo y orquesta de compositores mexicanos; el primero del compositor Federico Ibarra —que estrené en 1988—, y el estreno mundial de Renacimiento para chelo y orquesta, de Samuel Zyman”.

¿Prepara algún nuevo libro?, se le pregunta. “Pronto publicaré uno nuevo con el FCE, una especie de autobiografía que se llamará Recorridos musicales alrededor del mundo, que cuenta los días desde que empecé a dar conciertos hasta el día de hoy”.

Ha pasado mucho desde que Prieto Jacqué tuvo su primer concierto con orquesta, pero lo recuerda como si fuera ayer: “¡Tenía 15 años!, y toqué el Concierto para violonchelo y orquesta en Si Bemol, de Boccherini”.

Dos años después consiguió un lugar en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), donde estudió ingeniería, economía y fue el primer chelo de la Orquesta Sinfónica del MIT, “donde la música no fue mi prioridad”. También aprendió ruso y cuando volvió a Monterrey trabajó en la industria siderúrgica.

¿Se convirtió usted en un empresario de tiempo completo? “Fui director general de la Fundidora Monterrey, miembro del Instituto Latinoamericano del Fierro y el Acero (ILAFA), presidente de la Cámara de la Industria del Hierro y el Acero. Pero un día caí en una larga crisis interior y decidí dejar todo para dedicarme al violonchelo. No fue una decisión sencilla”.

SOBREVIVIENTE DEL NAZISMO

Cuando Carlos Prieto se dedicó de lleno a la música debió estudiar 10 horas diarias para recuperar el tiempo perdido. “Años después supe que mis compañeros de la industria decían: ‘Pobre Carlos, las presiones de la industria fueron demasiado grandes, pero en un año volverá a la normalidad’, mientras los músicos pensaban algo parecido: ‘Pobre Carlos, ahora que se va a dedicar a la música… verá lo difícil que es esta profesión y en un año volverá a sus actividades’. Desde entonces han pasado 40 años y aún no me arrepiento”, confiesa.

De pronto, el intérprete hace un alto en sus anécdotas y cuenta la historia de su instrumento. “Este violonchelo fue construido por Antonio Stradivarius en 1720, así que en 2020 ¡cumplirá 300 años! Desde entonces pasó 50 años de su vida en Cádiz —la ciudad española más próspera después de Madrid y Barcelona—, donde Carlo Moro lo tocó en una orquesta de ópera italiana.

“Llegó a Dublín, donde se quedó otro tanto de años, luego a Londres y más tarde a manos del gran chelista Alfredo Piatti, quien lo llevó a Italia durante su vejez, pero tras su muerte fue adquirido por compradores alemanes, hasta llegar a las manos de Francesco von Mendelssohn —sobrino nieto de Félix Mendelssohn—, durante la época de la Alemania nazi.

“Francesco se percató muy pronto del ambiente antijudío —que culminó con el holocausto en el que murieron más de nueve millones de judíos— y buscó una manera de llevar consigo este instrumento, dado que en ese momento se permitía salir a los artistas judíos, pero no a sus instrumentos.

“Como Francesco vivía en Berlín, se trasladó cerca de Basilea (Suiza), donde músicos alemanes lo invitaron a tocar; fue a una tienda y adquirió un chelo en pésimas condiciones, una bicicleta y una bolsa de lona, con los que atravesó la frontera durante meses. Por mucho tiempo fue registrado una y otra vez, hasta que la policía nazi dejó de revisarlo y un día metió este chelo en la bolsa de lona, montó su bicicleta y con miedo pasó la frontera para no volver a la Alemania nazi. Con los años este instrumento llegó a EU, fue puesto a la venta y por varias circunstancias llegó a mis manos”.

CON LA ESPERANZA

Para celebrar sus 80 años, Prieto Jacqué, que ha tocado con orquestas como la Sinfónica de Berlín, la Royal Philarmonic de Londres y la de Cámara de Moscú, entre una veintena más, asegura que lo hará reunido con sus tres hijos y sus nueve nietos.

“Tengo tres hijos: Carlos Miguel, Isabel, Mauricio y mis nietos. Carlos es director de la OSN, Isabel estudió violín y piano, y Mauricio violonchelo… pero ambos se casaron y no tuvieron tiempo de seguir con esto”.

¿Cómo ha logrado estrenar más de 100 obras? “Un día quise contribuir al enriquecimiento del repertorio mexicano, me puse en contacto con los principales compositores nacionales, estrené 30 piezas, luego lo amplié a América Latina, España y el resto del mundo. Hoy llevo 107 obras estrenadas”.

Tras la muerte de Rafael Tovar, ¿a quién le gustaría ver al frente de la Secretaría de Cultura?, se le inquiere. “¡Es difícil! Me gustaría una persona con gran cultura, sensibilidad política y mucha capacidad. Es un puesto difícil, más ahora que el presupuesto se restringió.”

¿Cómo ve el panorama del siglo XXI? “Todo es muy complicado. Cuando empezó el siglo XXI muchas personas —entre ellas yo— sentimos optimismo, porque se redujeron las fuentes de conflicto, como las tensiones entre la URSS y Estados Unidos, la prosperidad de la Unión Europea, el crecimiento de China y el posible progreso de América Latina… Hoy estamos metidos en buena parte del siglo XXI y todo es distinto… pero no quiero perder el optimismo; México tiene riquezas potenciales y sólo falta saber utilizarlas”.