Ciudad de México.-Un “cuerpo a cuerpo entre fotógrafo y artista”, así define el poeta y ensayista Jaime Moreno Villarreal la forma en que Rogelio Cuéllar (CDMX, 1950) toma sus retratos.
Esa manera de proceder se hace patente en el acervo personal de arte del fotógrafo, adquirido en su mayoría por trueque, del que se exhibirá una parte en el Museo José Luis Cuevas, con el título Hacer el cuerpo: colección Rogelio Cuéllar.
Con curaduría de Moreno Villarreal, el proyecto original de La Cabra Ediciones, sello dirigido por María Luisa Passarge, es de 125 piezas, pero por cuestiones de espacio se presentarán sólo 73, entre pintura, grabado, dibujo y escultura.
“Hay curadurías que son como un tiro a gol, donde en un solo espacio encuentras la obra”, expresa Moreno Villarreal al referirse al departamento de Cuéllar, en la colonia Condesa, “atiborrado de obra magnífica, porque Rogelio ha sabido escoger en sus intercambios. Incluso, en algunos momentos él ha querido un cuadro y a partir de eso ha propuesto hacer el estudio fotográfico.”
El curador precisa: “Cuando fui a conocer la obra, en realidad fui a conocer la casa, porque Rogelio vive dentro de su colección. La hay en la recámara –debajo de la cama, por supuesto–, en la cocina, en el baño, mientras la sala ha dejado casi de existir debido a la obra”.
En entrevista con La Jornada, Moreno Villarreal asegura que “este tipo de colección es muy peculiar, ya que por lo general cuando uno conoce el trabajo de un coleccionista es alguien que ha invertido cantidades fuertes de dinero. Rogelio, en cambio, ha invertido cantidades fuertes de trabajo, de amistad y de afecto”.
Cuéllar comenzó retratando artistas de la Ruptura, pero pronto se acercó a la generación posterior, la suya. A creadores como Gabriel Macotela, Gustavo Monroy, los hermanos Castro Leñero –Alberto, Francisco, Miguel y José– e Irma Palacios, no los ha fotografiado una vez sino hay un seguimiento.
Para Moreno Villarreal en el conjunto de la exposición hay por lo menos 15 o 20 piezas que son “raras y únicas dentro del trabajo de los artistas”. Menciona un “desnudo” de Leonel Góngora, una mixta de Oliverio Hinojosa, un autorretrato de Gilberto Aceves Navarro, una pieza de Luis Nishizawa, de la serie Las vacas flacas. Comenta que entre los grabados de Rufino Tamayo “hay uno que nunca había visto, que me parece notabilísimo”. También un Francisco Toledo “que me parece buenísimo”. De repente “miras obras que no se ven por lo común, hechas en su momento, escogidas en su momento y con un ojo espléndido”.
La muestra se inicia con un dibujo al carbón de Santos Balmori; también en la primera de las tres salas hay una escultura de Sebastián, un Chac Mool hecho en 1992, que para Cuéllar representa “la dualidad femenina/masculina”. Toda la obra fue realizada en México por artistas nacionales y llegados de otras partes del mundo.
Destaca El mago de los pájaros, óleo de Alice Rahon, surrealista francesa venida a México justo antes de la irrupción de la Segunda Guerra Mundial. Cuéllar la conoció “todavía muy sana antes de su exposición (1986) en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Iba a verla una vez al mes. Tenía la columna mal, entonces, llegaba y me decía, ‘préndeme la chimenea’. Le llevaba té y fruta, ella me platicaba mucho”.
Según Moreno Villarreal “este hacer el cuerpo en el trabajo de Rogelio es mucho más que un retrato, ya que al final de cuentas con eso uno piensa en la fisicalidad de un rostro. Lo que encontramos por lo general en los retratos de Rogelio es el cuerpo del artista –no sólo el rostro– en algún contexto, ya sea el taller o la calle”.
La muestra Hacer el cuerpo: colección Rogelio Cuéllar será inaugurada el 2 de febrero a las 19:30 horas en el Museo José Luis Cuevas (Academia 22, Centro Histórico).
La Jornada