Washington.-Declarando de nuevo que algunos medios de información son “enemigos del pueblo” y generan “noticias fabricadas”, el presidente Donald Trump continuó ayer con su ataque a la libertad de expresión, mientras la Casa Blanca excluyó por vez primera en tiempos modernos a reporteros de algunos de los principales periódicos y noticiarios del país.
A la vez, la Casa Blanca fue obligada a admitir que el jefe del gabinete, Reince Priebus, en posible violación a las normas, había hablado con altos oficiales de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) sobre la pesquisa de esa agencia respecto de los vínculos entre asesores y socios de Trump con el gobierno del presidente ruso, Vladimir Putin.
Trump, hablando en la reunión anual de la Conferencia de Acción Política Conservadora, comenzó su discurso con un ataque contra los medios de información, a los que ahora llama el “partido de oposición”. Recordó que hace días había calificado “a los que producen noticias fabricadas” de “enemigos del pueblo, y sí lo son. Sí, son el enemigo del pueblo.
“Son –continuó– gente muy deshonesta”. Sin embargo, expresó que sólo estaba hablando de “la noticia fabricada”, no de todos los medios. Insistió: “Amo la Primera Enmienda (en la cual se garantiza la libertad de expresión y de prensa en la Constitución)”.
Acusó que reporteros “inventan notas y fuentes”, y destacó que a los medios “no se les debería permitir usar fuentes a menos de que usen el nombre de alguien”.
No mencionó que horas antes su Casa Blanca había ofrecido una sesión de información con altos funcionarios a condición de que no fueran identificados por sus nombres. Tampoco que esta semana, cuando se anunciaron las nuevas medidas antimigrantes, altos funcionarios del Departamento de Seguridad Interna ofrecieron una teleconferencia bajo la condición de que no se usaran sus nombres. Ese tipo de briefings han sido práctica rutinaria en este y otros gobiernos anteriores.
Trump enfatizó que los medios que fabrican noticias “no representan al pueblo. Nunca representarán al pueblo y nosotros vamos a hacer algo al respecto”. Pero no detalló qué.
Poco después, reporteros de medios nacionales fueron excluidos de una de las sesiones informales de información que realizan la oficina de prensa y el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, cuando no se programa un briefing diario más formal.
Los nueve medios a los que se negó la entrada a esa sesión en las oficinas de Spicer incluyeron, entre otros, a The New York Times, Los Angeles Times, CNN, Politico, The Guardian y BBC. La agencia Ap y la revista Time optaron por no participar, en protesta por la decisión de excluir a esos medios.
Varios medios conservadores, como Breitbart News, The Wall Street Journal (que después expresó objeciones y afirmó que no hubiera participado en la sesión si hubiera contado con información sobre lo que había sucedido en el momento) y The Washington Times fueron invitados, junto con las cadenas de televisión ABC, NBC, CBS y Fox, pero sin cámaras.
“Nada como esto había ocurrido jamás en la Casa Blanca en nuestra larga historia de cubrir múltiples administraciones de diferentes partidos”, declaró Dean Baquet, editor ejecutivo del New York Times, en un comunicado. “Protestamos firmemente por la exclusión del New York Times y de otras organizaciones de noticias. El libre acceso a medios, a un gobierno transparente, es obviamente crucial para el interés nacional”.
El editor ejecutivo del Washington Post, Marty Baron, calificó la situación de “algo vergonzoso” y acusó que “el gobierno está viajando por un camino antidemocrático”.
CNN tildó la decisión de algo “inaceptable” y señaló que “toman represalias cuando uno reporta hechos que no les gustan”.
El Comité de Protección de Periodistas expresó su “preocupación” por esa decisión. Su director ejecutivo, Joel Simon, declaró: “Estados Unidos debería estar promoviendo la libertad de prensa y acceso a la información”.
La Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca también condenó el hecho. Dijo que “rechazaba” la manera en que se manejó dicha sesión.
Voceros de la Casa Blanca intentaron pormenorizar el evento. Declararon que invitaron al llamado pool (grupo reducido de reporteros que se turna bajo el acuerdo de que ellos transmitan lo ocurrido a los otros corresponsales que cubren la fuente) y, por tanto, “todos estaban representados”.
Pero el problema, se señaló, es que nunca antes la Casa Blanca había seleccionado a los medios, y varios indicaron que sospechaban que la manera en que se manejó esto era en represalia por difundir lo que algunos estaban informando. El Washington Post recordó que hace sólo dos meses Spicer había insistido en que el libre acceso a los medios “es lo que hace que una democracia sea una democracia versus una dictadura”.
Sigue en campaña
Ante el foro conservador más importante, Trump retomó su tono de campaña con una ferviente defensa de su primer mes en la Casa Blanca, de coronarse como el líder de ese sector y prometer cambios dramáticos, desde la anulación de la reforma de salud de Barack Obama hasta la renegociación de acuerdos de libre comercio y la construcción del muro fronterizo.
Prometió “uno de los aumentos militares más grandes en la historia de Estados Unidos”, con lo cual “nadie se atreverá a cuestionar nuestro poder militar otra vez”. Prometió que se logrará la “obliteración total” del Estado Islámico.
Indicó que la coalición de votantes que lo llevó al triunfo, sobre todo “los hombres y las mujeres olvidados de Estados Unidos, son el corazón de este nuevo movimiento y el futuro del Partido Republicano”, y reafirmó que “el mundo nunca ha visto un movimiento como este”.
Los rusos
En lo que sigue como un escándalo de consecuencias potencialmente severas para la presidencia, poco después de que la Casa Blanca criticó reportajes de CNN y Ap de que Priebus había tenido un intercambio con los jefes de la FBI sobre la investigación en curso de los vínculos entre asesores y socios de Trump con el gobierno ruso, tuvo que admitir que eran ciertos. Que un alto funcionario de la presidencia sugiriera que la FBI cesara una investigación oficial en curso parecería ser una violacion a las normas que rigen la relación entre la Casa Blanca y el Departamento de Justicia para asegurar la certeza de las investigaciones y evitar la apariencia de algún tipo de influencia política en una pesquisa oficial.
Más aún: el Washington Post reportó ayer que funcionarios de la Casa Blanca también buscaron reclutar a legisladores federales y altos oficiales de inteligencia para participar en un esfuerzo para cuestionar y minimizar en los medios de información la historia de las relaciones entre la campaña de Trump y sus socios con la inteligencia rusa a lo largo del año pasado.
La Jornada