Chihuahua, Chih.-Carlos Arturo Quintana, El 80, uno de los líderes de La Línea, brazo armado del cártel de Juárez, considerado hasta ahora autor intelectual del homicidio de la periodista Miroslava Breach Velducea, no tiene órdenes de aprehensión en su contra porque la gente no lo denuncia y por tanto transita por los pueblos a a la vista de todos, asiste a las sesiones de cabildo de los municipios que controla y supervisa lo que allí se acuerda.
Autoridades locales señalaron que en la investigación del homicidio de Miroslava Breach, corresponsal de La Jornada y colaboradora del diario Norte de Ciudad Juárez, se ha considerado la posibilidad de que el homicidio sea un intento de desestabilizar al gobierno de Javier Corral Jurado.
Las fuentes consultadas mencionaron que parece extraño que en la cartulina que fue dejada a un lado de la camioneta en la que Miroslava Breach fue asesinada, el mensaje atribuía el homicidio de manera directa a El 80, y suponen que podría tratarse de una estratagema para desviar la atención del caso hacia una agresión del narcotráfico, cuando en realidad pudo ser una ejecución planeada por políticos locales vinculados a las administraciones de César Duarte y de Javier Corral, que vieron afectados sus intereses con la información que la periodista publicaba.
En el caso de El 80, su peso en política quedó demostrado en el pasado proceso electoral, ya que Silvia Mariscal Estrada, su suegra, fue postulada por el PRI a alcaldesa de Bachíniva, aunque la candidatura se vio frustrada por la revelación del trabajo periodístico de la corresponsal de La Jornada, reconocen actores políticos e integrantes de grupos civiles.
El sobrenombre de El 80, explicó un alto funcionario estatal, surgió hace varios años. Carlos Arturo Quintana, de unos 35 años, utiliza estrategias de los viejos narcotraficantes para que los habitantes lo consideren benefactor –al modo inaugurado en ese mundo por el colombiano Pablo Escobar– y realiza obras de tipo social en las comunidades donde opera.
“Parte de sus ganancias las destinaba a pintar escuelas y las lecherías de Conasupo. Le gustaba colocar en ellas una leyenda que decía ‘inversión: gobierno 20 por ciento, iniciativa privada 80 por ciento’. De allí surgió su alias El 80”.
A Carlos Arturo Quintana la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) lo considera uno de los delincuentes más buscados por Estados Unidos y en sus páginas ha colocado una imagen de que no contiene más datos.
El 80 es señalado como uno de los narcotraficantes que la semana pasada encabezó un enfrentamiento contra César Raúl Gamboa, El Cabo, en la carretera estatal Rubio-Bachíniva, que dejó un saldo oficial de ocho muertos y 20 vehículos blindados abandonados.
Autoridades locales señalaron que durante el enfrentamiento en el que falleció El Cabo se utilizaron granadas de fragmentación y de 40 milímetros, y se accionaron armas calibre 50 milímetros.
El choque entre ambas células duró más de cuatro horas. El Cabo y El 80 dirigían grupos del cártel de Juárez y operaban para La Línea. De ser socios y buenos amigos, pasaron a ser enemigos irreconciliables. Versiones oficiales refieren que El Cabo traicionó a la organización, pues pretendía sumarse al Cártel Jalisco Nueva generación con la finalidad de desplazar a su ex socio y además había ordenado el asesinato de un hombre cercano a El 80.
Los funcionarios consultados señalaron que Quintana controla a las policías municipales de Namiquipa, Bachíniva, Gómez Farías y Rubio, y tras la muerte de El Cabo ahora también las de Ciudad Cuauhtémoc, una de las comunidades más pobladas de Chihuahua, ubicada a 105 kilómetros de la capital del estado.
Es una de las regiones de mayor producción de manzana, se considera la puerta de entrada a la región Tarahumara, y allí se instaló una de las primeras comunidades menonitas del país.
Ayer, durante un recorrido por Ciudad Cuauhtémoc, La Jornada detectó que la sola presencia de varias unidades de la Policía Federal en el centro de la ciudad generó tensión entre los comerciantes que se instalan en la plaza frente a la alcaldía, y algunos de ellos se retiraron, posteriormente llegaron jóvenes en bicicleta o caminando en pareja, y mientras recorrían el lugar observaban detenidamente las acciones de los uniformados.
La Jornada