La embajadora de EEUU en la ONU dice que no hay solución pacífica y política para Siria con el actual presidente.
La caída de Bachar el Asad se ha convertido es una prioridad para Washington. Contrarios al presidente sirio desde el principio de la guerra, que dura ya seis años, y partidarios de que abandonase el poder, Estados Unidos no lo había colocado entre los primeros objetivos. Pero las cosas han cambiado esta misma semana.
“No hay ningún tipo de opción para una solución política en Siria si El Asad continúa al frente del régimen. No creo que vaya a haber un Gobierno pacífico y estable en Siria si él continúa en el poder”, recalcó la embajadora de EE UU ante la Naciones Unidas, Nikki Haley, en una entrevista a la cadena de televisión CNN, dos días después del bombardeo ordenado por Trump a una base Siria en represalia por el bombardeo de armas químicas que el martes pasado acabó con 86 muertos, 30 de ellos niños. Solo unos días antes, el 30 de marzo, la propia Haley había dicho algo muy distinto: “Nuestra prioridad ya no es centrarnos en quitar a El Asad”. Y el secretario de Estado, Rex Tillerson, había expresado en una línea similar que la situación del presidente sirio en el largo plazo “lo decidirán los sirios”.
Este domingo temprano las palabras de la embajadora, que ha tomado un papel muy relevante en esta crisis, han ido por otros derroteros cuando le han preguntado si El Asad era ya la prioridad de la nueva Administración de Trump. “Hay múltiples prioridades en la zona. Una es lograr la salida de El Asad del poder. Otra es acabar con el grupo terrorista Estado Islámico. También hay que deshacerse de la influencia iraní. Es una situación complicada”, ha recalcado.
El giro le va a dar de bruces con Rusia, la potencia defensora del presidente sirio y con la que la nueva Administración de Donald Trump no solo se había propuesto como objetivo inaugurar una etapa de buena sintonía sino hacia la que había mostrado una simpatía inusitada. Esta mañana, en otra entrevista, Tillerson responsabilizó a Rusia, dijo que Siria pudo llevar a cabo el ataque porque Rusia falló a la hora de hacer cumplir el prometido desarme de 2013. “El fracaso relativo al reciente bombardeo y el terrible ataque con armas químicas es en gran medida un fracaso de Rusia en su cometido de cumplir los compromisos con la comunidad internacional”, ha dicho.
El consejero de Seguridad Nacional, el general H. R. McMaster, también cargo las tintas y dijo que los “patrocinadores” del régimen sirio, Rusia e Irán, estaban hacienda posible la “campaña de asesinatos masivos de sus propios civiles”.
Siria, donde Washington y Moscú siempre han defendido posturas opuestas, se convertirá en un frente difícil con Moscú si el bombardeo estadounidense con misiles Tomahawk de esta semana no es algo excepcional y, por el contrario, implica un papel más activo en la zona. El centro de mando conjunto de las tropas aliadas de Bachar el Asad (que incluyen fuerzas de Rusia, Irán, Hezbolá y varias milicias afectas al régimen) advirtió este domingo a Estados Unidos de que responderán con la fuerza si vuelve a atacar Siria.
Y Estados Unidos, por su parte, ha dejado claro que está dispuesto a tomas más medidas. El viernes, en el Consejo de Seguridad de la ONU Haley se dirigió al auditorio mostrando las fotografías de las víctimas del ataque químico y advirtió de que su país estaba “preparado para hacer más” para prevenirlo. Tampoco descartó sanciones contra Rusia e Irán.
“Debemos asegurarnos de que nos movemos hacia una solución política que nos permita hallar al fin la paz en la región”, recalca la embajadora estadounidense, que ha señalado que “todas las partes se darán cuenta de que El Asad no es el líder que Siria necesita”.
Moscú rechaza que El Asad esté detrás del ataque químico porque da por bueno el desarme que prometió en 2013 y atribuye la tragedia a los terroristas. Tillerson y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, hablaron por teléfono el sábado. Según un comunicado del departamento ruso, Lavrov resaltó “atacar a un país cuyo Gobierno está luchando contra el terrorismo solo juega a favor delos extremistas y crea riesgos adicionales a la seguridad regional y global”.
El País