“Migajas” es la palabra que más se ha escuchado en México sobre la candidatura conjunta de México, Estados Unidos y Canadá para la Copa del Mundo de 2026.
A aficionados y a la prensa deportiva no le ha caído nada bien que en su candidatura a la organización del Mundial, el tercero para México, al país solo corresponda ser sede de 10 partidos, ninguno decisivo.
Sin embargo, la Copa del Mundo que la FIFA, el organismo rector del fútbol mundial, tiene planeada para 2026 no será como otras.
Será la primera con 48 selecciones participantes, con 80 partidos por disputarse, es decir, 16 equipos más que el de Brasil 2014 y 16 partidos más que los mundiales pasados.
Y, por consiguiente, será un reto de infraestructura y logística para el que pocos países están preparados.
Pero, ¿estaría México en capacidad de albergar más de 10 partidos? ¿Recibe el gigante de la CONCACAF “migajas”, como dice la prensa?
Sin estadios suficientes
Más allá de la pasional reacción que ha habido en México sobre el número tan bajo de partidos, la realidad actual del país apunta a que no podría albergar un Mundial de 80 partidos.
O al menos eso aseguran analistas como Gerardo Velásquez, a quien BBC Mundo le preguntó cuántas posibilidades tendría México de presentar su candidatura de forma independiente.
“Ninguna”, fue su respuesta
“(México) podría recibir un Mundial de fútbol como conocemos en la actualidad, de 32 naciones. Pero ya con 48, se necesita mayor infraestructura: hotelera, de comunicaciones, de estadios”, explica Velázquez.
De hecho, los próximos dos mundiales, Rusia 2018 y Qatar 2022, contarán con12 estadios que albergarán los partidos de los ocho grupos y las rondas de octavos de final, cuartos de final, semifinales y final.
Pero para el Mundial de 48 selecciones, tendría que haber 18 estadios.
Y un reporte del Instituto Danés de Estudios del Deporte, dice que la FIFA pide un mínimo de capacidad para los estadios en las diferentes rondas:
Apertura y final: 80.000 personas.
Semifinales: 60.000 personas.
Ronda de grupos, dieciseisavos, octavos y cuartos de final: 40.000 personas.
En el caso mexicano, el único inmueble que cumple con todos los mínimos es el Estadio Azteca (87.000) de la Ciudad de México, sede de dos finales de Copa del Mundo (1970 y 1986).
Ningún otro estadio alcanza los 60.000 asientos, por lo que México no tendría oportunidad de tener partidos seminales.
Los otros que sí podrían albergar partidos las demás rondas serían seis inmuebles, la mayoría con antigüedad de varias décadas:
Estadio Jalisco (1960): 56.000
Estadio Olímpico Universitario (1952): 52:000
BBVA Bancomer (2015): 51.000
Cuauhtémoc (1968): 51.000
Chivas (2010): 45.000
Universitario UANL (1967): 42.000
Otros como el TSM Corona, Victoria, Nemesio Díez e Hidalgo, que fueron construidos o remodelados en la última década, tienen una capacidad de 30.000 asientos o menos, por lo que quedarían descartados.
“No creo que dentro de nueve años México vaya a tener 10 estadios de primer mundo”, le dice a BBC Mundo José Pablo Coello, periodista de la cadena Fox Sports.
“Muchos de los estadios mexicanos, incluyendo el Azteca, están en condiciones lejanas de los estadios que hay, sin ir lejos, en EE.UU.”, añade.
Velázquez considera que “es una locura traer 48 selecciones, representa demasiado gasto”, pero cree que el país podría recibir más de los 10 partidos.
Una situación difícil
Aunque aún faltan nueve años para el Mundial de 2026, y México tiene la experiencia de haber organizado dos mundiales, la situación económica y social actual no es la más idónea.
A mayor número de partidos en una sede, se requiere una mayor infraestructura aeroportuaria, vialidades, medios de transporte y hotelería.
Ciudades como México, Guadalajara o Monterrey son las que se ven más viables para soportar la visita de decenas de miles de aficionados, pero otras están en desventaja.
La situación de seguridad pública es otro factor a considerar para algunos analistas del fútbol.
“El futbol no es ajeno a los graves problemas que atraviesa México en cuanto a seguridad, economía, política y sociedad. Forzar la realización de un Mundial en México no solo sería imposible, también inapropiado”, dice el comentarista David Faitelson.
“Diez partidos es justo la medida a la realidad que vive México, como país y el futbol mexicano, como industria. No hay más”, añade.
Como otras del pasado, la última experiencia mundialista, Brasil 2014, muestra que, a pesar de que el fútbol es un negocio privado, los gobiernos aportan recursos para la misma construcción o remodelación de estadios, y la infraestructura involucrada de la fiesta futbolística.
“Para como están las cosas en México, no creo que debiera ser prioridad organizar un Mundial (…) Siempre se busca que el gobierno ayude, de alguna u otra manera.
Yo no destinaría ni un solo recurso del gobierno para esto”, dice Coello.
¿Un buen trato para México?
En México la mayoría de los comentarios, tanto de la prensa deportiva como de los aficionados, apuntan a que el país merece más partidos.
El presidente de la Federación Mexicana de Fútbol, Decio de María, ve probable que México pudiera tener el partido inaugural de 2026, pero rechaza que haya capacidad para más de 10 encuentros.
“Me da gusto que la gente tenga grandes expectativas y que les hubiera gustado que hubiéramos organizado un Mundial completo, pero las realidades son diferentes a las expectativas”, dijo De María a la cadena Claro Sports.
En opinión del periodista Gerardo Velázquez, compartir una sede mundialista es correcto, “sobre todo por estas ideas absurdas de aumentar a 48 países”, pero cree que los 10 partidos para México “no es más que un retrato de negociación absurda”.
Por el contrario, para Faitelson y Coello el enojo de muchos mexicanos sobre el anuncio se explica por la pasión que despierta el hecho de que una nación futbolera como México tenga una participación limitada en el máximo evento de este deporte.
Mientras que en México el fútbol es el deporte número uno, en EE.UU. sigue después del americano, el béisbol y el básquetbol, y en Canadá incluso los equipos profesionales juegan en la liga de EE.UU. debido a la baja competitividad de su torneo local.
“La pasión, muchas veces, nos ciega. Tapa la realidad y sugiere espejismos, alucinaciones y ofuscamientos”, dice Faitelson.
Coello remata: “Es un nacionalismo irracional. El hecho que sea en EE.UU. y que se trate de un Mundial de fútbol nos hace perder objetividad”.
BBC MUNDO