Madrid.— El ataque en el estadio Arena en la ciudad británica de Manchester, donde murieron 22 menores de edad y 59 más resultaron heridos –18 de extrema gravedad— volvió a focalizar la amenaza latente que representa el yihadismo salafista para Europa y llevó a los especialistas a repasar las muy complejas aristas de este fenómeno.
Horas después, el Estado Islámico (EI) reivindicó el atentado que cometió un joven de 22 años, musulmán de segunda generación nacido en Manchester y con un proceso de radicalización muy acelerado, tal como sucedió en otros casos como en París y Bruselas.
Fernando Reinares, director del Programa sobre Terrorismo Global del Real Instituto Elcano advierte que Europa es el escenario del terror yihadista. En un artículo publicado en el diario El País, señala que “Europa Occidental se ha convertido en escenario de una oleada de atentados relacionados con la movilización yihadista que Al Qaeda y Estado Islámico vienen promoviendo desde hace más de cinco años”.
Destaca que una quinta parte de los miles de individuos que han viajado desde 2012 para unirse a organizaciones yihadistas en Siria e Irak partieron de países de la Unión Europea. “Eso quiere decir que los musulmanes europeos están 16 veces sobrerrepresentados entre los combatientes extranjeros en esos dos países”.
A eso añade a los miles de individuos que, sin haberse trasladado fuera de la UE, han hecho suyas las ideas del salafismo yihadista y están dispuestos a actuar en función de ellas, de acuerdo a las directrices que emite la propaganda terrorista, que se ha concentrado en seis de los ocho países más seriamente afectados por la actual movilización yihadista: Francia, Bélgica, Reino Unido, Alemania, Suecia y Dinamarca.
Estos, junto con Austria y Países Bajos, son los ocho países que han “producido” más combatientes terroristas extranjeros. Por eso sostiene que el ataque en Reino Unido, como el sucedido en Manchester, era altamente probable.
Este atentado y su reivindicación coinciden con las recientes informaciones sobre la pérdida de feudos del califato del EI tanto en Irak como en Siria.
La rápida expansión del Estado Islámico en su primer año le permitió controlar un territorio donde habitaban alrededor de cuatro millones de personas. Pero en 2016 esto se redujo a menos de la mitad y hoy el califato está cercado y a la defensiva en las ciudades de Raqa (Siria) y Mosúl (Irak).
La administración Trump anunció hace unos días que iniciará una estrategia de “aniquilación” del grupo terrorista. El secretario de Defensa, Jim Mattis, informó de esa campaña de aniquilación y recordó que se tienen rodeados los feudos del Estado Islámico para evitar que se trasladen a otra ciudad o logren huir combatientes extranjeros que puedan viajar fuera para cometer atentados.
Sin embargo, los hechos están demostrando que una posible derrota militar del califato, no representa el fin del Estado Islámico. El propio atentado en Manchester lo demuestra. Pese a la presión que reciben en Siria o Irak, jóvenes que siguen su propaganda terrorista están actuando con ataques mortales en suelo europeo.
Atentado en Manchester
El resultado de las investigaciones del atentado cometido en el estadio Arena de Manchester, el lunes 22, ratifica una serie de alarmas que se vienen produciendo en los países europeos por los últimos atentados reivindicados por el EI.
En su primera comparecencia ante los medios, la primera ministra británica Theresa May señaló que el atacante tenía la intención de hacer daño con “el mayor número de víctimas”. Este elemento es muy parecido a los atentados en París, Bruselas o Niza, donde se buscó hacer el mayor daño posible.
Calificó el hecho como “monstruoso” por castigar a familias jóvenes que habían acudido a un concierto. Según los especialistas aquí estriba uno de los rasgos, que golpea a la parte más vulnerables de las familias, los hijos, porque el concierto era para menores de edad. De hecho, la primera víctima identificada contaba con ocho años.
Las autoridades identifican a Salman Abedi, de 22 años, como el responsable del ataque que cometió en Manchester, la misma ciudad donde nació.
Aunque la policía británica cree que se inmoló en el atentado, su cuerpo aún no ha sido identificado.
Su perfil se ajusta al de otros jóvenes europeos de origen musulmán que se están sumando a las doctrinas del yihadismo radical para golpear en los países occidentales.
Como en París y Bruselas, Abedi es segunda generación de musulmanes nacido en Europa, hijo de dos refugiados libios que huyeron del régimen de Muamar Al Gadafi.
Esto abrió nuevamente el debate sobre la integración de estos jóvenes, quienes como Salman, pese a su nacionalidad británica, abrazan ideas salafistas yihadistas contra su propio país de origen y, por otro lado, tampoco se sienten parte del país de origen de los padres.
Hasta ahora los países europeos han fracasado en la integración de los jóvenes de origen musulmán nacidos en su territorio, y en evitar los procesos de radicalización de estos, que suelen ser muy rápidos.
Los investigadores no han hecho público si Abedi dejó algún tipo de reivindicación sobre su acto, sin embargo, el Estado islámico lo reivindicó.
Salman era el segundo de cuatro hijos. De hecho sus dos hermanos barones también fueron detenidos, junto con tres personas más, que podrían haber ayudado en el ataque.
La familia vivió un tiempo en Londres antes de trasladarse al sur de Manchester, donde llevaban más de diez años. El padre que trabajó en una empresa de seguridad, antes de regresar a Libia estaba muy ligado a una mezquita en Manchester, aunque siempre fue un abierto opositor de las ideas salafistas radicales.
Los medios británicos destacan que el joven era devoto y reservado, al contrario de otro de sus hermanos, que era más extrovertido.
Como sucedió en otros casos, perpetrado el ataque se conocen nuevos elementos que mostraban que sí era una figura preocupante: El ministro del Interior francés, Gérard Collomb, aseguró que Abedi viajó a Libia hace dos meses, pero también estuvo en Siria, donde pudo haberse radicalizado.
Tras las cinco detenciones en los dos días posteriores al ataque, la policía británica investiga a una red terrorista que pudo dar apoyo al atentado del lunes en Manchester. El jefe de la Policía del área metropolitana de Manchester, Ian Hopkins dijo en conferencia de prensa que “está muy claro que se trata de una red y lo estamos investigando”, publicó el diario El País en su sitio de internet.
La agencia Reuters difundió que las autoridades sospechan que “podría haber otros que ayudaron (a Abedi) a fabricar la bomba”, ya que preparar este artefacto como el que se usó “requiere un cierto nivel de pericia y competencia”.
Dolores Delgado, fiscal de la Audiencia Nacional especializada en el proceso de casos de terrorismo yihadista, explicó en la televisión española que una de los elementos fundamentales que esperaban los servicios de seguridad europeo les fuera compartida por los británicos, era qué tipo de carga explosiva se utilizó, los materiales y el grado de sofisticación, porque eso permitiría documentar si, eventualmente, esta célula tiene alguna ramificación en otros países de la región.
Con relación a la reivindicación que el EI hizo del atentado, el coronel Pedro Baños, otro especialista en el tema, advirtió en una entrevista televisiva que llama la atención que el grupo terrorista reconozca a Abedi como “soldado del califato” pero no lo trata como un suicida, como lo ha referido en los comunicados de reivindicación en otros atentados.
Señaló que el comunicado señala: “un soldado del califato colocó bombas en medio de los cruzados –en referencia a los no musulmanes—”. De hecho, no dice si el atacante murió, algo que sí cree la policía británica.
Un último elemento del comunicado que en su opinión no es congruente con la información de las autoridades británica, es que afirma que el ataque provocó 30 muertos y 70 heridos, mientras el balance oficial es de 22 muertos y 59 heridos.
Todo ello demuestra que el Estado Islámico sigue siendo una amenaza para la seguridad global.
Proceso