El equipo mexicano y el ruso se juegan su clasificación a las semifinales de la Copa Confederaciones en su último partido de la fase de grupos.
La selección de México juega con la guillotina bajo el cuello. Los 23 jugadores -22 tras la lesión del defensa Carlos Salcedo – se enfrentan contra Rusia con una presión sobre sus hombros. No, no se trata de un tema de resultados porque bajo el mando de Juan Carlos Osorio el tri solo ha perdido dos veces en 26 partidos dirigidos. El tema de las tertulias deportivas en México se centra en el método que usa el entrenador, ese de sorprender a rivales y a sus propios jugadores.
El arribo de Osorio ha supuesto un cambio estructural en el equipo mexicano. Desde que llegó dejó en claro que su postura estaba enfocada en aprovechar las cualidades de cada uno de sus convocados. Su planteamiento se basaba en mandar a la cancha a los futbolistas adecuados para adaptarse al estilo de juego del rival. Empezó con los porteros y luego con todas las líneas e incluso el parado táctico. La estrategia sembró, desde octubre de 2015, dudas entre periodistas y, sobre todo, en exfutbolistas y entrenadores, sus principales críticos.
Esas rotaciones, la palabra clave, han comprometido a los mexicanos. Esta bipolaridad se mostró cuando en el primer partido de la Copa Confederaciones frente a Portugal lanzó a sus mejores hombres, le robó el protagonismo a Cristiano Ronaldo y le hizo pasar malos momentos a los portugueses. Sacaron un empate 2-2. Al siguiente juego, el entrenador hizo ocho cambios para, según él, proteger a sus futbolistas de cualquier lesión. Tras ganar por un apretado 2-1 a Nueva Zelanda se le lastimaron Salcedo y Héctor Moreno, duda para jugar contra Rusia. Estos dos defensas eran vitales para su estrategia frente a los rusos. El nuevo jugador de la Roma “no está al 100, pero puede que llegue para mañana. Está en proceso de recuperación”, comentó Osorio en la conferencia de prensa.
El equipo de Rusia, el local, tiene una última oportunidad para clasificar a semifinales. Solo un triunfo les sirve para clasificar. Los dirigidos por Stanislav Cherchesov han presentado en sus dos partidos previos alineaciones que blindan el mediocampo y la defensa. El peso de la parte central recae en Glushakov y en Aleksandr Golovin. Contra Nueva Zelanda mandaron un 5-3-2 y lo ganaron 2-0, frente a Portugal cambiaron a 3-4-2-1 y lo perdieron 0-1. La fortaleza de los rusos radicará en los contragolpes de velocidad y fuerza que puedan generarse por las bandas con Zhirkov, por el centro y en especial por el nueve, Fedor Smolov, el pichichi en las últimas dos temporadas en la liga rusa con el Krasnodar. “Valoro esa idea de juego, pero sabíamos que nuestros defensores iban a tener que estar en su mejor potencial para disputar esas pelotas. Contra equipos de juego directo, es imposible no entrar en ese juego”, refirió Osorio.
El partido se presta para que vuelvan al once titular el meta Guillermo Ochoa. En la defensa habrá dudas, aunque el equipo mexicano tendrá la asesoría de Rafa Márquez. Andrés Guardado, Héctor Herrera y Jonathan Dos Santos como el eje del equipo. En la parte ofensiva puede saltar el tridente desenfadado de Carlos Vela, Javier Chicharito Hernández y Raúl Jiménez, aderezado por un Oribe Peralta que no se cansa de hacer goles en momentos oportunos con sus paisanos.
En la Arena Kazán, México jugará en territorio hostil donde la mayoría de los hinchas serán rusos. “Es una oportunidad extraordinaria para que nuestros jugadores demuestren jerarquía. Es un escenario único para el fútbol mexicano”, lanzó Juan Carlos Osorio. Al equipo mexicano le basta empatar o ganar para enfilarse a las semifinales donde puede cruzar su camino con Alemania o Chile, esa selección que hace un año los goleó 0-7. Aunque los mexicanos ya han forzado la cicatrización con un repertorio de jugadores con desparpajo y con apetito de un triunfo.
El País