Nueva York.– En medio de una ola antimigrante, de odio oficial contra lo declarado no estadunidense, de hombres asustados por mujeres que no se dejan, brota un canto bilingüe (inglés y español) de un mosaico de mujeres peligrosas, de una banda que se define como mariachi, y se llama Flor de Toloache.
La banda de mariachi sólo de mujeres nació en 2008, sueño de su cofundadora mexicano-dominicana Mireya Ramos, quien al ser criada en Puerto Rico escuchaba los discos de mariachi de su padre mexicano, un hechizo que la llevó, junto con la otra fundadora, Shae Fiol, quien es mitad cubana, a crear este conjunto.
Después de tocar en las calles de Nueva York, y luego en antros, arenas, programas de televisión y radio, en giras por este país como en Europa, y poco a poco obtener reseñas en medios nacionales como el New York Times, y National Public Radio, fueron nominadas para el Grammy Latino por mejor álbum de música ranchera en 2015. [Aquí su presentación en NPR.]
En el concierto para la presentación de su nuevo disco, Caras lindas, las nueve músicas tomaron el escenario en Joe’s Pub, el antro del Public Theater, con un guitarrón, vihuela, violines, trompetas, flauta, percusión y gran cariño a su arte. Abrieron alternando rolas en inglés y español, otras en ambos idiomas. Ofrecieron su versión de varios clásicos (Malagueña, Bésame mucho, Puro teatro, La Lupe) y a veces, y de repente, otras composiciones con un sonido contemporáneo, pero sin perder lo tradicional, envinadas con un poco de rock, un tantito de ritmo caribeño, y hasta rap.
Gracia y aprecio mutuo
Las voces de Ramos y Fiol ofrecen todo, pero sin sobresfuerzo, con gracia y con visible y contagioso aprecio mutuo. Una bailadora, Soto Silva, aparece un par de veces, para ofrecer un zapateado con colores estallando de sus trenzas de listones y rebozo y faldas al compás del conjunto de sus compañeras.
La canción que da título a su nuevo disco es un festejo del afrocaribeño (la canción del puertorriqueño Tire Curet Alonso que ha sido interpretada por Ismael Rivera, Susana Baca y Celia Cruz, entre otros), algo que siente profundo Ramos, pero que a la vez, es un festejo de la diversidad, comenta.
En entrevista con La Jornada después de su concierto el pasado fin de semana, Ramos dijo que el título del disco tiene que ver en parte con todo lo que está pasando aquí en Estados Unidos. El grupo en sí, sin decir una palabra, sólo paradas en un escenario, somos una diversidad de culturas, cantando un género muy tradicional, y pues eso va en contra de todo lo que está pasando políticamente en Estados Unidos.
Las integrantes –algunas que también trabajan en otros proyectos musicales y que a veces participan de manera rotativa– son un mosaico multicultural, con raíces no sólo en México, Puerto Rico, la República Dominicana y Cuba, sino también hasta Australia, Colombia, Alemania, Italia y Estados Unidos.
Ramos dice que “aun antes de decir algo, nada más en un escenario, podemos inspirar a miles de personas con nuestro traje de mariachi. Somos todas mujeres, sensibles, poderosas. Esa canción, Caras lindas, no es muy pesada, no es explícitamente política ni nada, pero tiene su melodía preciosa, poesía muy linda, y ofrece dignidad a afrolatinos”, y con ello, a todo lo diverso.
A la pregunta sobre cuál es el eco, la respuesta que tienen en Estados Unidos, Ramos responde que aun antes de este gobierno, nosotras ya habíamos inspirado ese tipo de conversación, entre círculos latinos, entre mariachi, entre inmigrantes, entre mujeres en Estados Unidos. Todas somos de diferentes orígenes y estamos haciendo música juntas, y con ello tratando de inspirar a otras mujeres para que expresen lo que quieran, como nosotras.
Bailan nuestra música
Fiol comenta que “la gente nos ha enviado videos de sus hijas bailando nuestra música –ese es un eco”. Agrega que “buscamos poder ofrecer un ejemplo, la gente necesita ejemplos.
Este país es muy diverso, aunque a veces intenta esconderse de ello. No hay ninguna razón por la cual la gente no pueda trabajar de manera conjunta con sus diferencias, debemos buscar las diferencias, sería muy aburrido si todos fuéramos lo mismo. Las cosas más únicas y creativas se producen de esa química. De eso se ha tratado esta banda desde siempre, todas esas cosas diferentes percolando y creando este asombroso mosaico. No es que esté mezclado, es complementario, afirma Fiol.
¿Y a dónde nos quieren invitar?, se le pregunta.
A la unidad, a juntarnos. No todo tiene que ser tan complicado, especialmente en Nueva York. Nuestra música habla de las cosas que la gente siente cada día, y celebra tanta diferencia juntándose, responde Ramos.
Fiol agrega: me gustaría invitar a la gente a ser más abierta, más vulnerable, que se dejen ver y escuchar. Pero no de esa manera pulida como las imágenes perfeccionadas que nos confrontan donde sea que demos la vuelta, sea en nuestros oídos con la radio de música pop o los visuales en televisión o las redes. La invitación es a ser quien eres, donde estés.
La Flor de Toloache puede ser peligrosa, pero también es un antídoto en este país.
La Jornada