El presidente estadounidense advierte que habrá “consecuencias” por la “peligrosa” conducta de Corea del Norte.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha admitido este jueves que Rusia podría haber interferido en las elecciones de 2016 que le dieron la victoria sobre Hillary Clinton. “Lo he dicho muy sencillamente, creo que muy bien podría haber sido Rusia, creo que bien podrían haber sido otros países. Mucha gente interfiere.
Eso lleva ocurriendo mucho tiempo”, ha afirmado el presidente republicano en Varsovia, durante una rueda de prensa con su homólogo polaco, Andrzej Duda. El líder estadounidense, que llegó este miércoles a Polonia para una breve visita de la que será su segundo viaje oficial a Europa, ha aprovechado para criticar el “mal comportamiento” de Corea del Norte y se comprometió a apoyar a Polonia frente al “comportamiento desestabilizador” de Rusia en la región. Un portavoz del Kremlin reaccionó de inmediato desde Moscú y rechazó el calificativo.
Cuando Trump llegó a Europa, en su primer viaje, en mayo, lo hizo dejando atrás las noticias que informaban de que el FBI investigaba a su yerno y uno de sus asesores más cercanos, Jared Kushner, por sus contactos con Rusia. En ese momento, el presidente estadounidense no dio ruedas de prensa y evitó las preguntas sobre la implicación de su entorno en la trama rusa. Este miércoles, en un país que considera amigo y aliado, Trump sí ha hablado de Rusia, y ha aprovechado para criticar, de paso, a su predecesor, Barack Obama. “Le dijeron a principios de agosto que Rusia estába tratando de involucrarse [en la campaña electoral] con bastante fuerza. No hizo nada al respecto y eso es porque pensaba que Hillary iba a ganar”, ha afirmado Trump.
Corea del Norte “se ha portado mal, muy, muy mal”, ha afirmado Trump sobre las últimas acciones militares de Pyongyang. El presidente estadounidense, que ha declarado que no quiere que Corea del Norte se convierta en una nueva Siria, y ha pedido ayuda a todas las naciones a hacer frente a la “amenaza global” que supone. Trump ha prometido “graves” respuestas, pero ha agregado que su Administración aún está analizando cuáles deben ser. “Yo no dibujo líneas rojas”, ha dicho el mandatario, que recordó el “gran error” que supuso para su antecesor, Barack Obama, trazar la línea roja de las armas químicas en Siria, porque a su juicio después no actuó consecuentemente cuando se probó su uso por parte del régimen del presidente sirio, Bachar el Asad.Sobre Siria, añadió que ningún país que defienda a la humanidad puede permitir los ataques químicos.
Para el Gobierno ultraconservador polaco de Ley y Justicia (PiS), la visita de Trump es todo un logro de su polítia exterior. Y así lo han vendido durante semanas, tratando de demostrar que el país, confrontado con Bruselas por su rechazo a la polícia migratoria común y muy criticado por sus reformas antidemocráticas, no está tan aislado como parece. Y para Trump, que ha llegado a Varsovia con las promesas de cerrar acuerdos comerciales y de recibir una calurosa bienvenida –algo que le alegrará un poco el viaje antes de su llegad a la cumbre del G20 en Hamburgo, donde los líderes mundiales no le pondrán las cosas tan fáciles y donde ya se están registrando protestas–, la breve escala de 16 horas en Polonia también es beneficiosa.
Trump, con enormes similitudes con el Gobierno ultraconservador, euroescéptico, nacionalista y xenófobo del PiS difiere sin embargo en su aproximación a Rusia, a quien Polonia ve como un auténtico enemigo. Por eso, que el republicano se haya referido al “las accciones y el comportamiento desestabilizador” de Rusia, es un pequeño logro para Varsovia. Ante el presidente Duda, que se mostró encantado y sonriente junto a su homólogo estadounidense, y antes de lanzarse a dar un discurso ante miles de personas en la histórica Plaza Krasinski de Varsovia símbolo del levantamiento de los polacos contra los Nacis, Trump ha elogiado el compromiso de Polonia –uno de los pocos países de la OTAN que gasta más del 2% en seguridad– con la política de defensa.
Con su viaje a Polonia, un país ex comunista, el presidente de Estados Unidos ha roto la tradición de visitar primero a tradionales aliados, como Reino Unido o Alemania. Su gesto contribuye a enfriar más las relaciones con sus históricos socios y que, en términos de policía interna, es un buen espaldarazo al Ejecutivo de Ley y Justicia (PiS), cada vez más alejado y confrontado con Bruselas por su deriva autoritaria y su política migratoria.
El País