Christopher Wray cree que el hijo del presidente debería haber avisado a las autoridades antes de reunirse con una abogada rusa.
Washington.- Christopher Wray quiso dejar claro este miércoles que no le debe nada a Donald Trump por nominarle como director del FBI. En su comparecencia de confirmación ante el Comité Judicial del Senado, Wray prometió mantener una “independencia estricta” de la agencia policial frente a influencias políticas, dijo que dimitiría si se le pidiera hacer algo ilegal y se distanció del presidente estadounidense en asuntos clave.
Presionado por los legisladores, el abogado y ex fiscal general adjunto —durante el Gobierno de George W. Bush— trató de alejarse de la conexión del entorno de Trump con Moscú que acecha al presidente e investigan el Congreso y un fiscal especial, el exdirector del FBI Robert Mueller.
Trump insiste en que no hubo ninguna coordinación con Rusia durante la campaña electoral y asegura ser víctima de “la mayor caza de brujas de la historia política”. Así lo repitió esta mañana en Twitter para defender a su hijo. Pero, preguntado al respecto, Wray lo rechazó: “No considero que el director Mueller esté en una caza de brujas”.
El nominado, de 50 años y con un expediente impoluto, consideró “inaceptable” cualquier intento de “corromper” la investigación de Mueller y abogó por cooperar con él. El entorno de Trump ha cuestionado la imparcialidad del fiscal por su cercanía a James Comey, que lo sustituyó al frente del FBI en 2013 y al que Trump despidió en mayo. El mandato de los directores de la agencia es de 10 años.
Ante las preguntas de los senadores, Wray también abordó el enésimo escándalo relacionado con Rusia que consume a la clase política estadounidense. Sugirió que Donald Trump Jr., el hijo mayor del mandatario, debería haber consultado con expertos legales y el FBI antes de reunirse en junio de 2016 con una abogada rusa que quería ayudar a su padre en la campaña electoral. Según una cadena de correos de un intermediario, era una “abogada del Gobierno ruso” que operaba bajo una estrategia del Kremlin para asistir a Trump frente a su rival, la demócrata Hillary Clinton.
Wray dijo desconocer los detalles del caso del primogénito, pero hizo algunas reflexiones. “Creería que deberías querer consultar con asesores legales”, dijo. “Creo que sería sabio comunicarlo al FBI”, agregó. “Cualquier amenaza o esfuerzo para interferir en nuestra elección por un actor estatal o no estatal es el tipo de cosa que el FBI querría saber”, prosiguió.
El proceso de nominación de Wray llega en un momento especialmente delicado para el FBI, erosionado por las decisiones de Trump y la batalla política de Washington. El presidente destituyó el pasado 9 de mayo a Comey como director de la agencia policial y desató una espiral que desde entonces le persigue.
Inicialmente, Trump justificó la destitución en una recomendación del Departamento de Justicia por la gestión que hizo Comey el año pasado del caso del servidor privado de correo de Clinton. Pero a los pocos días, el republicano admitió que iba a despedirlo igualmente y que en su decisión también influyó la investigación que supervisaba Comey sobre la injerencia electoral rusa.
Las afirmaciones del presidente llevaron a Comey a filtrar, a partir de las notas que había tomado de sus encuentros con Trump, que el mandatario le había presionado para frenar la investigación sobre Moscú. El tumulto político derivó en que el Departamento de Justicia, para evitar las sospechas de politización, designara un fiscal especial para supervisar las pesquisas. Mueller debe determinar si, en sus contactos con Comey, Trump pudo cometer un delito de obstrucción a la justicia. Una acusación de ese tipo podría derivar en un proceso de destitución (impeachment) del Congreso contra el mandatario.
En su comparecencia, Wray explicó que ningún representante de la Casa Blanca le pidió “lealtad”, como Comey asegura que le reclamó Trump en sus primeros días como presidente, y esgrimió que su único compromiso es con la Constitución. También dijo no tener dudas de la conclusión pública de las agencias de inteligencia estadounidenses de que Rusia interfirió en la campaña electoral, con el robo de correos del Partido Demócrata, con el objetivo de ayudar a Trump a ganar los comicios. El republicano ha evitado respaldar esa conclusión.
El País