Ciudad de México. La detección de tomas clandestinas en los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) se ha dado en 24 estados de la República. El fenómeno aumentó de manera exponencial a partir de 2011, el año más violento de la historia en el país, y la extracción ilícita de combustibles se ha incrementado a tal grado que afecta desde lo que la petrolera produce hasta lo que se importa al país.
Aunque en el año reciente el llamado huachicoleo se ha visualizado como robo de combustible en el que participan habitantes de comunidades con problemas de desarrollo, información de Pemex, de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) y de la Procuraduría General de la República (PGR) revela que las regiones donde existe mayor registro de esta actividad son zonas controladas por organizaciones dedicadas al tráfico de drogas, que han expandido sus negocios ilícitos.
Muestra de ello es que en el caso de Puebla y Veracruz quienes dirigen a estos grupos son integrantes del cártel de Los Zetas, y ya existe competencia con células del cártel Jalisco Nueva generación, que también participa en este ilícito en Baja California, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Aguascalientes.
Las imágenes que se han grabado presentan a decenas de personas llenando tambos de entre 50 y 100 litros o menos. Largas filas de camionetas cuyos conductores esperan abastecer los tinacos que llevan en las bateas o zonas de carga. Se muestran mangueras que en algunos casos no superan las tres pulgadas de diámetro. También se ha grabado a pobladores de comunidades enteras que levantan el combustible que ha formado pequeños lagos en el suelo.
Funcionarios federales que solicitaron el anonimato revelaron la complejidad de esta actividad: “Para realizar una toma clandestina se requiere no sólo equipo, que no siempre es especializado, sino el contubernio de empleados de Pemex. Un ducto no se puede perforar a cualquier hora del día, se hace cuando la empresa ha dejado de bombear. De lo contrario la tubería estalla.
Lo que se ha detectado es que el robo de combustible se realiza en horas en que hay escurrimiento de hidrocarburos, en ductos en los que se tiene perfectamente identificado qué material se envía, gasolina, diésel e hidrosina.
Tan sólo en 2016, 628 empleados –de confianza y sindicalizados– de Pemex fueron llevados a juicio por participar en robo de combustible tanto en instalaciones internas como en ductos de Pemex.
Las venas petroleras –2 mil 735 kilómetros– se extienden como una gran telaraña por todo el país; sin embargo, hay zonas que son las que sufren el mayor impacto, y no solamente se presentan en Puebla, en el llamado Triángulo Rojo, sino en las áreas cercanas al nuevo aeropuerto de la Ciudad de México o en Veracruz.
Datos de Pemex obtenidos a través de solicitudes de información pública revelan que de enero de 2006 a mayo de este año se detectaron 27 mil 709 tomas clandestinas, es decir, si se considera todo el periodo, cada día se hicieron 11 nuevas perforaciones o 336 al mes.
Pero el fenómeno, tomando como punto de partida 2006, inició con 213 tomas clandestinas detectadas de enero a diciembre y esta cantidad se múltiplo en 2010, cuando se descubrieron 691 perforaciones ilegales.
De 2006 a 2010 la petrolera mexicana contabilizó mil 812 tomas clandestinas, y de enero de 2011 a mayo de este año se descubrieron 25 mil 897.
En 2011, cuando la guerra contra el narcotráfico fue más cruenta, en México se registraron 23 homicidios por cada 100 mil habitantes. De enero a diciembre de ese año el Sistema Nacional Seguridad Pública contabilizó 22 mil 852 homicidios dolosos en el país, y los cárteles de las drogas se dividieron y buscaron ingresos extras al tráfico de drogas: uno de ellos fue el robo y comercialización de combustible, señalaron mandos de la Policía Federal.
Los registros de Pemex refieren que de enero de 2006 a mayo de este año las entidades que mayor número de tomas clandestinas reportaron son: Tamaulipas, con 4 mil 20; Guanajuato, 3 mil 794; Puebla, 3 mil 730; Veracruz, 2 mil 958; Jalisco, mil 736; estado de México, 2 mil 175; Hidalgo, mil 313; Tabasco, mil 67; Nuevo León, 949; Oaxaca, 528, y Querétaro, con 505.
Sin embargo, el problema también se presenta en la capital del país, donde en el periodo antes mencionado ocurrieron 55 casos, y en Baja California, donde llega principalmente combustible (diésel y gasolina) importado de Estados Unidos, que es el mismo caso de lo que llega de Brownsville, Texas, a Cadereyra, Nuevo León, y que sirve para abastecer a la zona norte del país.
Para mayor precisión de cómo ha crecido el problema del robo de combustible con tomas clandestinas en 24 estados de la República, se debe mencionar lo sucedido en Guanajuato, en donde en 2006 se detectaron ocho casos y en 2016 la cifra aumentó a mil 309; Hidalgo no reportó ningún caso en 2006, y el año pasado contabilizó 344; en Puebla se detectaron nueve tomas en 2006 y una década después mil 533; en Tamaulipas se contaron nueve en 2006 y el año pasado 942; en los ductos que recorren Veracruz se ubicaron 88 en 2006, mientras en el año anterior fueron 668.
En la capital del país en 2006 no hubo ningún registro, y para 2016 fueron 16 casos; en el estado de México en 2006 se localizaron cuatro tomas y para 2016 las autoridades dieron cuenta de 344.
Estimaciones de Pemex refieren que las pérdidas por robo de la producción ascendieron en 2016 a 2 mil 282 millones de litros de diversos combustibles.
El secretario de Hacienda, José Antonio Meade, estimó que las pérdidas por este delito oscilan entre los 15 mil y los 20 mil millones de pesos al año.
La Jornada