Por Cipriano Flores Cruz
La manera más objetiva y contundente de evaluar el éxito o la eficacia de un gobierno, es sin duda alguna, la elevación del nivel de vida de su población, su xullo bin luo, es decir, su Buen Vivir. Para eso debe servir el gobierno. Pero si en lugar de tener un gobierno se tiene un sistema de dominación de un reducido grupo sobre el pueblo, en donde importa el poder por el poder, la gran brecha de desigualdad es lógica y entendible. Así, los bajos o altos niveles de bienestar de la población se explican por la modalidad de la asociación política prevaleciente.
No le busquemos por otro lado la explicación sobre la existencia de un 70% de pobres en Oaxaca. Nos atrevemos a afirmar que en Oaxaca ha prevalecido un sistema de dominación de una minoría hacia la gran mayoría, en donde el pueblo indígena lleva la peor parte. En resumidas cuentas, en Oaxaca no hemos tenido gobierno sino régimen de dominación. Esto explica, de alguna manera, los vergonzantes datos ofrecidos por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), sobre el registro de condiciones de pobreza de la población oaxaqueña del 2012 al 2016, en pleno auge del gobierno de la Alianza entre el PAN, PRD, MC, PT, en donde en lugar de disminuir el porcentaje de pobres se elevó al 70% para vergüenza del régimen aliancista con Gabino Cué Monteagudo a la cabeza.
Que el 70% de la población de Oaxaca viva en condiciones de pobreza, es decir, 2 millones 847 mil 300, no tengan condiciones adecuadas de vida, pero además se agrava si nos referimos a personas de hablantes de lengua indígena la cifra se eleva al 79.5%, es decir, sólo dos indígenas hablantes de su lengua de cada diez vive en condiciones adecuadas.
Para lograr que estos números se inviertan, es decir, que el 70% de los oaxaqueños viva bin luo o que el 80% de los hablantes de lengua indígena tenga un Buen Vivir, necesitamos tener gobierno elegido democráticamente y acabar con el régimen de dominación prevaleciente. Sin este cambio será imposible la posibilidad de arribar a un régimen de justicia. Se puede hacer este cambio por la vía civilizada, mediante reformas al régimen político, económico y social, o las contradicciones sociales obligarán el cambio por la vía violenta. De lo que es cierto es que cualquier ciudadano oaxaqueño bien nacido deberá de indignarse por la situación descrita.
El régimen de dominación prevaleciente en nuestro Estado tiene su origen desde la época colonial que implicó el sometimiento de los pueblos indígenas a una situación de explotación, de extracción de sus riquezas, de dominación y control políticos, de negarles de cualquier posibilidad de emancipación, mucho menos de reconocerles cualquier tipo de derechos. Si bien es cierto, que el desarrollo de la civilización occidental y por el proceso de democratización del mundo, por la resistencia de los pueblos indígenas por sobrevivir, se han reconocido algunos derechos de diferencia de estos pueblos, no se puede soslayar que hoy viven en régimen de colonialidad que implica un régimen de dominación mucho más sofisticado, invisible, suave, pero igual de eficaz que el régimen colonial.
Cambiar el régimen de dominación implica transformar el Poder Legislativo en una Asamblea, desde luego, con la representación de los pueblos indígenas y demás estratos de la sociedad, sin olvidar la presencia paritaria de las mujeres cuyo ascenso deberá ser de manera autónoma, con la facultad de formar gobierno, de administrar, de formular los planes para el Buen Vivir. Este gobierno será responsable ante la Asamblea de la eficacia de su accionar, en caso de que no responda a las expectativas del pueblo, la Asamblea puede disolver tal gobierno e integra otro mucho más eficaz. El Poder Ejecutivo será el órgano de ejecución sistemática y detallada de la ley.
Este régimen deliberativo deberá estar acompañado por un sistema descentralizado de gobierno territorial a favor de las comunidades y cabeceras municipales, tal descentralización implicará que el desarrollo económico, social y político será desde abajo, desde la base, deliberado en las Asambleas Comunitarias y de cabeceras municipales. La historia ha demostrado que los regímenes políticos, económicos y sociales centralizados, autoritarios, autocráticos, se han desmoronado, la cuarta ola democratizadora empuja al mundo y Oaxaca no será la excepción. Es la simbiosis entre lo individual con lo colectivo, el yo no es posible sin el nosotros.
El régimen muratista no ofrece ángulos, puertas, ventanas, algún resquicio de posibilidad de tomar un rumbo correcto para disminuir la lacerante desigualdad en que viven los oaxaqueños, en el Plan Estatal de Desarrollo no es una prioridad. El grupo gobernante es un grupo rico, privilegiado, que puede que asista a misa puntualmente los domingos para aliviar su conciencia, al volver en la cotidianidad de sus vidas, sobre todo de su vida política, pronto olvidan las ideas de la buenaventura. Su naturaleza no lo pueden desprender, están para gozar de los placeres del poder y no para ganar la gloria: sirviendo al pueblo.