El ciclón atraviesa la isla con vientos de más de 200 km/h y lluvias torrenciales dejando un muerto y “daños severos”, según el Gobierno
Miami (El País).- Lluvias torrenciales, ríos y embalses desbordados, marejadas ciclónicas, oleaje desatado, hogares destruidos, árboles por los aires, ventanas estallando, 100% de las casas sin electricidad y problemas generalizados de telecomunicaciones. El ojo del huracán María ha atravesado Puerto Rico con sus devastadores vientos de más de 200 kilómetros por hora (categoría 4, la segunda más potente de la escala ciclónica) entrando por el sur a las seis de la mañana hora local y saliendo por el norte pasado el mediodía, dejando la red de carreteras bloqueada y en suma un caótico panorama general.
El gobernador Ricardo Rosselló ha pedido al presidente de EE UU Donald Trump que declare la isla “zona de desastre” y ha ordenado el toque de queda para la población hasta el sábado. El mandatario ha avanzado que restablecer el servicio eléctrico en todo el país puede llevar meses. Un sinfín de viviendas han quedado inservibles. Solo en el municipio de Río Grande se estima que unas 5.000 personas han quedado sin hogar. Y esta tarde-noche se ha reportado las primera víctima mortal directa del ciclón, un hombre golpeado por un panel en el municipio de Bayamón.
Vecinos que limpiaban un canal de agua han hallado en un barrio de la capital, San Juan, entre escombros y árboles, el cadáver de un hombre atado de pies y manos. Por lo demás, Puerto Rico no ha dejado atrás todavía la situación de peligro. La gran amenaza en las próximas 24 o 36 horas es la continuidad y acumulación de las inundaciones. En el municipio de Carolina, unos 60 vecinos cercados por el agua han tenido que ser rescatados en kayaks y motos acuáticos para ser trasladado a un refugio.
Con un radio de impacto de 100 kilómetros desde su vórtice que ha afectado a todo el territorio ensañándose con la región central, María es el ciclón más fuerte que golpea a la isla desde 1928. Apremiados por el gobierno a refugiarse a tiempo, los puertorriqueños se han mantenido durante horas atrincherados en refugios, casas y hoteles a la espera de que el ojo del ciclón se fuese por completo. A medida que ha ido avanzando la jornada se ha ido dibujando el cuadro de la tragedia.
El diario local El Nuevo Día menciona que un municipio ha quedado “completamente incomunicado”; que una familia tuvo que saltar por la ventana de su casa junto a un río desbordado para salvar su vida; que pacientes de dos hospitales han sido trasladados porque estallaron los generadores eléctricos; el diario refiere zonas urbanas totalmente inundadas y tendidos eléctricos derrumbados, así como detalles que ejemplifican la fuerza del ciclón como la cúpula de la alcaldía de Loíza “arrancada por el viento”.
La alcaldesa de San Juan (390.000 habitantes), Carmen Yulín Cruz, ha dicho: “La devastación, la cantidad de casas que han desaparecido es muy difícil de procesar”, y el alcalde de la ciudad de Fajardo, Aníbal Meléndez, ha concluido: “Nunca había visto mi ciudad tan destrozada”. Ya hace horas, pasado el mediodía y alejándose por fin el ojo del huracán, el director de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres, Abner Gómez, hacía un balance desolador: “Definitivamente, vamos a encontrar a nuestra isla destruida. La información que hemos recibido no es nada alentadora. Es un sistema que ha destruido todo lo que ha tenido a su paso”.
Tras impactar en Puerto Rico, el huracán María se ha degradado de categoría 4 a categoría 3, todavía muy peligrosa, y se dirige a la costa este de República Dominicana, que se encuentra en alerta roja y ha cerrado sus aeropuertos, incluido el del foco turístico de Punta Cana, hasta el jueves. Ha llegado a bajar a 2, pero ha recuperado la categoría 3 cerca del extremo oriental de la República Dominicana, con vientos de hasta 185 kilómetros por hora, según el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos. A las 2.00 hora local de la República Dominicana (6.00 GMT), el ojo de María estaba ubicado a 90 kilómetros al norte de Punta Cana y 380 kilómetros al sureste de la Isla Gran Turca (Islas Turcas y Caicos) y avanzaba a una velocidad de 15 kilómetros por hora en dirección noroeste.
Entre el 6 y el 10 de septiembre el huracán Irma –el más potente en la historia del océano Atlántico– dejó más de 80 muertos y daños incalculables en el Caribe y Florida. La feroz intensidad de esta temporada de huracanes, que dio su primer mazazo a finales de agosto con las históricas inundaciones dejadas en Texas por Harvey, está afectando gravemente a la región y disparando la preocupación por el efecto del cambio climático en el recrudecimiento de los desastres meteorológicos en la zona. Esta semana en una entrevista con este diario el premio Nobel de Química mexicano Mario Molina explicaba: “El cambio climático no ocasiona estos eventos extremos, pero sí aumenta su intensidad. Los huracanes tienen que ver con la temperatura del mar. Y esa temperatura, ha subido como consecuencia del cambio climático”.
Los destrozos han sido inmensos en Puerto Rico, que arrastra además una desmesurada crisis de liquidez con crecientes dificultades para mantener los servicios de salud y el sistema de pensiones y gran depauperación laboral y social. Casi la mitad de los tres millones y medio de habitantes de Puerto Rico vive por debajo del nivel de la pobreza y abundan por toda la isla construcciones precarias de madera y techos de zinc. Los reportes preliminares señalan que decenas de miles de viviendas se han visto seriamente dañadas.
Durante el día el gobernador Rosselló ha lanzado mensajes de ánimo a los puertorriqueños: “No hay ningún huracán más fuerte que el pueblo de Puerto Rico. Cuando pase esto, juntos nos vamos a levantar”, declaró por teléfono a El Nuevo Día justo cuando María estaba devastando la isla y en otros medios se escuchaban testimonios como el de Nydia Pérez, una vecina de San Juan que decía a la emisora local Wapa Radio: “En mi casa una ventana explotó y arrancó una puerta. El viento y la lluvia dañaron todo en la sala. A la casa de enfrente se le voló el techo completo”.
Desde San Juan, el reportero Benjamín Morales informaba este miércoles a EL PAÍS de la situación: “Se reportan daños de todo de tipo. El gobernador teme destrucción generalizada, pues cruzó la isla en diagonal. El servicio eléctrico está muerto, como es de esperarse”. Morales, que cubrió el demoledor paso del huracán Irma por Cuba y viajó el martes a su país para estar con su familia, comparaba ambos golpes y creía que María estaba dando aún más fuerte en Puerto Rico. “Mi casa tiene ventanas de seguridad para 300 kilómetros y por momentos pensé que arrancaría alguna. Aquí el consenso en la radio es que nunca se había visto algo como esto”, dijo.
Trump decía este miércoles por la tarde que estaba recibiendo informes detallados sobre la situación en Puerto Rico y en las Islas Vírgenes estadounidenses y que el Gobierno federal asignará recursos para que se recuperen del huracán. El martes por la noche el presidente de EE UU –del que Puerto Rico es Estado Libre Asociado, una fórmula a medio camino entre la dependencia y la autonomía–, tuiteaba su preocupación y su apoyo a los boricuas, cuya numerosa comunidad en la América continental adquiere un peso electoral cada vez mayor, en especial en el decisivo estado de Florida: “Puerto Rico será golepado por un nuevo huracán monstruoso. ¡Cuídense, nuestros corazones están con ustedes y estaremos para ayudarles!”, escribía Trump en la víspera del desastre. La ayuda económica de Washington será crucial para que la isla pueda levantarse de su doble knock out: la descomunal crisis de deuda sumada al descomunal huracán. Por la noche el gobernador recibió una llamada del vicepresidente de EE UU, Mike Pence. Y antes de la medianoche Trump escribía su último tuit del día respaldando a la isla en medio del desastre: “Gobernador Ricardo Rosselló, estamos con usted y con la gente de Puerto Rico. ¡Cuídense! #PRStrong”.
Otras figuras de la élite de la política estadounidense han manifestado su solidaridad con la isla. El republicano Jeb Bush ha afirmado en Twitter que su “devastación” le resulta “descorazonadora” y ha llamado a “unirse para ayudar a nuestros hermanos y hermanas en Puerto Rico”. La líder demócrata Nancy Pelosi ha escrito a los boricuas en la misma red social: “Vuestros compatriotas americanos están con vosotros”. En ciudades como Nueva York, Orlando, Chicago y Washington la comunidad puertorriqueña ha empezado a movilizarse para enviar ayudas a su país.
El huracán María tocó tierra en el Caribe el martes en la isla de Dominica, donde ha dejado al menos siete muertos y provocado una “devastación generalizada”, en palabras de su primer ministro. También dejó al menos dos muertos en la isla francesa de Guadalupe, donde otras dos personas están desaparecidas tras el paso del huracán. Ahora el ojo del ciclón, fuerte aún pero degradándose, enfila hacia República Dominicana, las Islas Turcas y Caicos y las Islas Bahamas. Según las previsiones María subirá en las próximas 24 horas hacia el norte y por fortuna no afectará a Haití, el país más pobre de América Latina. Tampoco a Cuba ni a la península de Florida, ambas muy dañadas por el gigantesco huracán Irma.
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