Gobierno abrumado

Movilización de la Sección 22 del SNTE. Foto: Max Nuñez / Archivo

Por Cipriano Flores Cruz

Ni duda cabe, el gobierno de Oaxaca es un gobierno abrumado ante la demanda social, política, económica e ideológica de la población. Empresarios, comerciantes, maestros, estudiantes, mujeres, indígenas, trabajadores del campo y de la ciudad, agrupados en organizaciones sociales, cámaras, partidos, sindicatos, comunidades y municipios, y demás formas de organización, elevan sus demandas ante el gobierno, entendido este por los tres poderes del Estado, es decir, el Poder Legislativo, Judicial y el Ejecutivo, a través de peticiones, marchas, bloqueos y tomas de la Ciudad de Oaxaca ante la impotencia del régimen para dar respuesta a tales peticiones.

Tenemos pues una excesiva demanda de la población ante la imposibilidad de respuesta positiva del gobierno, habría que aclararlo, así como está organizado el gobierno y de los recursos con que cuenta es imposible responder eficientemente o eficazmente tales demandas. Incluso teniendo mayor cantidad de recursos sería imposible resolver las demandas ante la magnitud de las necesidades del pueblo oaxaqueño, estamos condenados entonces a la constante movilización de la sociedad y de las comunidades.

Entonces, aparece la primera faceta del problema. No es una cuestión de recursos sino una cuestión de régimen político, social y económico. Mientras sigamos con el mismo régimen seguirán las cosas igual o pueden empeorarse. Fue patético observar que el nuevo gobierno oaxaqueño simple y llanamente se enchufó en el mismo régimen de la Alianza con Gabino Cué Monteagudo a la cabeza, salvo algunos ajustes de tipo administrativo sin importancia o de mala concepción, como el hecho de separar turismo y economía, siendo más lógica su unión porque la clave de desarrollo de Oaxaca es el turismo, bueno, alguien tuvo la brillante idea y hoy tenemos más burocracia, una plaza de secretario para un amigo.

Si queremos resolver el problema de la constante movilización para la demanda, una de dos, cerramos la demanda, reprimimos, desmovilizamos, aplicamos la ley a rajatabla como algunas voces reclaman, o somos inteligentes y acordamos con la sociedad y las comunidades un pacto de estabilidad y del buen vivir. Este pacto debe buscar que todos los sectores mencionados anteriormente, salgan ganando conjuntamente con el gobierno. Que nadie se quede afuera del nuevo régimen.

Tenemos que tener una nueva relación con los maestros de la Sección XXII por ejemplo, un sistema de educación que tenga por objeto la calidad y la universalidad de la enseñanza básica desde la perspectiva de la naturaleza indígena de la sociedad oaxaqueña, no habría problema sobre si los maestros sean activos en los cargos de dirección, definiendo bien los objetivos, los medios simplemente deben ser los más idóneos y si los maestros lo son no habría problema.

El sistema educativo tiene que responder a las características y a las necesidades de la población oaxaqueña y no debe corresponder a un modelo nacional realizado desde un escritorio del gobierno central. Vivimos en una federación y tenemos el derecho de establecer nuestro propio modelo educativo y definir su tipo exclusivo de organización, sólo respetando que sea laica, libre, sin dogmas, formando el hombre cívico y no la servidumbre empresarial.

Así como definiríamos la relación con los maestros, lo haríamos con los indígenas, con las mujeres, con los municipios, con las agencias, con las organizaciones sociales, con las cámaras empresariales y comerciales. Mediante nuevas relaciones por acuerdos, sabríamos qué hacer con los recursos disponibles. No se trata que, por cada problema, crear una secretaría de Estado como se viene estilando, al problema indígena se creó una secretaría, al problema de la mujer se le creó la secretaría correspondiente y así sucesivamente, los problemas no se resuelven bajo este procedimiento, al contrario se complican.

Seamos inteligentes gobernemos y administremos de acuerdo a la problemática que tenemos, tenemos que tener un gobierno acorde a la naturaleza de nuestros conflictos, de acuerdo a nuestras necesidades de paz social, dejemos en manos de la federación los temas que por obligación constitucional tiene, que a la vez lo hace mejor que nosotros. De qué temas estamos hablando: salud, comunicaciones, desarrollo agropecuario, desarrollo económico, desarrollo ambiental, seguridad pública, antinarcóticos, desarrollo social, vivienda. El modelo de subsidiaridad sería nuestro camino, es decir, lo que no hace y puede hacer la federación con eficiencia o eficacia lo debemos hacer nosotros. Por ejemplo, si la principal demanda nace de los pueblos y comunidades indígenas, por qué no establecer una institución representativa de tales pueblos como medio para procesar sus demandas. Si nuestro principal problema es la relación con los maestros acordemos el modelo educativo más cercano a la idiosincrasia oaxaqueña bajo la férula del gobierno, maestros y padres de familia apelando a nuestro estatus indígena con base en el artículo segundo constitucional y los convenios internacionales que nuestro país ha firmado. Si nuestro principal problema es la pobreza habría que atacarla desde las comunidades y municipios bajo la responsabilidad de los mismos asignándoles los recursos necesarios.

Todo se puede resolver cambiando las relaciones prevalecientes, si se sigue con la inercia de las cosas, seguramente los ciudadanos seguiremos lamentándonos de tantos bloqueos y tomas de calles y avenidas.