El cambio climático ya está reduciendo la pesca disponible

Secadero de bacalao en las Islas Lofoten (Noruega). Esta especie es una de las que sale peor parada por el calentamiento del mar. Foto: EL PAÍS

EL PAÍS

No hay que esperar al futuro para saber lo que el cambio climático está haciendo a los peces y la pesca. Desde hace décadas, el calentamiento del mar está afectando a los grandes caladeros pesqueros. Aunque algunas especies y áreas se están viendo favorecidas, el resultado neto del aumento de las temperaturas marítimas está siendo una reducción de la pesca disponible. Entre las zonas más afectadas están las costas españolas y otras zonas tradicionalmente visitadas por los pesqueros españoles, como el golfo de Vizcaya o el mar de Irlanda.

Con datos de 235 grandes poblaciones de 124 especies de interés pesquero que nadan en 38 ecorregiones del planeta y la evolución de las capturas y las temperaturas desde 1930, un grupo de científicos ha analizado el impacto del cambio climático en curso sobre la pesca. El trabajo indica un progresivo empeoramiento del stock pesquero a medida que ha ido aumentando la temperatura media del mar. Aunque en términos globales, apenas ha subido un grado desde finales del siglo XIX, hay áreas geográficas, especies y poblaciones que no están pudiendo adaptarse al calor extra.

“Se ha producido un descenso de las capturas sostenibles de pesca del 4% desde 1930 en las poblaciones estudiadas”, explica en un correo el investigador del Grupo de Pesca Sostenible de la Universidad de California Santa Barbara (EE UU) y principal autor del estudio, Chris Free. “Esto significa un descenso del 4% del pescado disponible para comer y disponible para mantener a los pescadores que lo pescan. Puede no parecer mucho, pero suponen casi 1,5 millones de toneladas”, añade. Hay que tener en cuenta que el estudio maneja datos que abarcan un tercio de las capturas globales, así que el descenso total habría que multiplicarlo por tres.

El trabajo, publicado en Science, muestra que el impacto es muy desigual. De las 38 áreas más importantes para la pesca, los caladeros que más pierden son, por este orden, los del mar de Japón, el mar del Norte, las costas de España y Portugal, las aguas de la corriente de Kuroshio (al este de China, Taiwán y Japón) y las plataformas del golfo de Vizcaya y el mar de Irlanda. Los porcentajes de reducción del pescado disponible están entre el 35% y el 15%. Cuatro de estas regiones son caladeros tradicionales de la flota española, la quinta del mundo en capturas.

Mientras, las zonas que ganan con el cambio climático son los mares que rodean a la península del Labrador (noreste de Canadá), el mar Báltico, el océano Índico o las frías aguas de la costa noreste de EE UU. Eso sí, los incrementos aquí no compensan las pérdidas del resto. Otros grandes caladeros, como el de la corriente de Humboldt (porción este del sur de América), la de Benguela, en África del sur, o la plataforma patagónica apenas han cambiado.

El trastorno climático afecta de forma diferente a las especies o poblaciones de la misma especie. “Los peces son como Ricitos de Oro: no les gusta que el agua esté demasiado caliente o demasiado fría. Hemos comprobado que las poblaciones que viven en aguas más frías que sus temperaturas ideales tienden a verse beneficiadas por el calentamiento mientras que las que lo hacen en aguas con temperaturas cercanas o más calientes de las ideales están sufriendo un impacto negativo”.

Entre las poblaciones que ya están en el umbral térmico se encuentran las de especies tan relevantes como el bacalao atlántico, el arenque o el lenguado. En el otro extremo, especies como el fletán negro, la lubina negra, vieiras y camarón nórdico están medrando. Pero incluso estas podrían verse comprometidas en el futuro. “Las poblaciones de peces solo pueden tolerar el calentamiento hasta cierto punto”, recuerda en una nota el profesor del Departamento de Ciencias Marinas y Costeras de la Universidad Rutgers (EE UU) y coautor del estudio, Olaf Jensen. “Es probable que muchas de las especies que se han beneficiado del calentamiento hasta ahora comiencen a perder efectivos a medida que las temperaturas sigan aumentando”, añade.

Conocer la situación de la pesca disponible en el futuro es vital. Según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 50% de las proteínas de origen animal que alimentan a los humanos vienen de la pesca. Y de poco servirá reducir la sobrepesca si, por otro lado, el impacto de otro fenómeno antropogénico como son las emisiones de CO2 neutraliza la mejora en la gestión de los recursos.

Acuerdos de París

Esta misma semana y en otro estudio, investigadores han modelado la situación futura de los stock pesqueros de 381 especies en dos escenarios climáticos alternativos. Por un lado, el de una reducción de las emisiones tal que permita mantener el aumento de la temperatura en torno a los 1,5º (respecto de los valores preindustriales) pactados en los Acuerdos de París. Por el otro, el pesimista, en el que las emisiones de CO2 no se reducen de forma significativa, lo que provocaría un aumento de la temperatura media global de 3,5º.

En el último escenario, la biomasa pesquera (un indicador de la cantidad de pescado) se reduciría hasta en un 15% respecto a las capturas de la década 2000-2010 en los caladeros europeos y permanecería plana en los de América del Norte. En la mayor parte del resto habría pérdidas menos acusadas. Sin embargo, el estudio, publicado en Science Advances, muestra que si se controlara el aumento de la temperatura en los 1,5º, los recursos pesqueros podrían crecer hasta en un 6,5% y lo haría, sobre todo, en los países menos desarrollados.

“La pesca va a la baja, aunque solo fuera por la sobrepesca”, recuerda Andrés Cisneros-Montemayor, investigador del Instituto para los Océanos y la Pesca de la Universidad de Columbia Británica (Canadá). “Pero el cambio climático está desplazando buena parte de las pesquerías hacia los polos, lo que afectaría a los recursos pesqueros de los países subtropicales”, añade. Lo paradójico es que, como dice este científico, de no cumplirse con los Acuerdos de París, “los países menos responsables del calentamiento soportarían el 90% de sus impactos negativos, también en la pesca”.